El conflicto entre Estados Unidos y Venezuela continúa escalando. Los internacionalistas Elsa Cardozo y Franklin Molina analizaron el tema. Para Cardozo la declaración pública de Trump sobre la presencia de la CIA en Venezuela es una señal que muestra un giro del tema de la lucha contra el narcotráfico al tema del cambio de régimen en el país. Molina, por su parte, destaca que en el caso venezolano hay una “agenda bastante compleja” en la que elementos como el petróleo y el rol de Venezuela en el suministro seguro de crudo a occidente juegan un papel importante en el curso del conflicto
Estados Unidos no para de aumentar la presión sobre la administración Maduro. La advertencia de inminentes ataques por tierra, la llegada del destructor USS Gravely a Trinidad y Tobago -a solo 11 kilómetros de distancia con las costas venezolanas- y la declaración pública sobre la presencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Venezuela encendieron las alarmas y pusieron sobre el tapete la posibilidad de «una intervención real» y el interés del gobierno de Donald Trump en un cambio político en Venezuela.
¿Qué ocurrirá tras las advertencias de Trump? ¿Cómo terminará la operación de Estados Unidos en el Caribe? ¿Habrá un cambio político en Venezuela? La incertidumbre política aumenta con cada anuncio de Estados Unidos, mientras la ciudadanía lucha por su supervivencia en un contexto socioeconómico cada vez más difícil, caracterizado por una alta inflación, la devaluación de la moneda y la ausencia de una política salarial que le impide cubrir sus necesidades básicas.
Desde mediados de agosto cuando comenzó el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe para combatir el tráfico de drogas, la administración Maduro ha denunciado que el único interés del gobierno de Trump es propiciar un “cambio de régimen” en Venezuela para apropiarse de sus recursos.
La CIA, la disuasión mayor
La declaración pública, el pasado 15 de octubre, en la que Donald Trump admitió que autorizó operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, además de representar un hecho inédito en la historia norteamericana, contribuyó a un aumento de las expectativas sobre el alcance de las acciones de EEUU en Venezuela.
Los internacionalistas Elsa Cardozo y Franklin Molina, investigadores de la Universidad Central de Venezuela, coinciden en que el mensaje del presidente de Estados Unidos es una señal de lo que puede ocurrir en el país.
“Para mí, es una señal, es un símbolo, es un mandato. Es presionar más la situación de Venezuela, es decir, bueno, mira, están todos, está el Pentágono, está la CIA, está el departamento de Guerra, hay 10.000 militares allí…”, señala Molina, quien considera que el anuncio de Trump representa la “disuasión mayor” y además subraya que ningún presidente de EEUU ha pedido autorización al Congreso para ordenar una actuación encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en algún país.
Molina destaca que la historia de la presencia de la CIA en América Latina data de más de 50 años y en el caso venezolano hay una “agenda bastante compleja” en la que elementos como el petróleo y el rol de Venezuela en el suministro seguro de crudo a occidente juegan un papel importante en el curso del conflicto.
“Lo nuevo es que esto pareciera ser un anuncio. Es decir, ya no hace falta ni siquiera desclasificar ningún papel, sino que es en vivo y directo”, señala Molina, quien precisa que las operaciones de la CIA históricamente se han conocido mucho tiempo después.
Según el internacionalista, Estados Unidos antes de llegar a mesas de negociación o alcanzar algún acuerdo, primero ejerce una presión inmensa, incluso con sus aliados como fue el caso de Israel.
Para la profesora Elsa Cardozo la declaración pública de Trump es una señal que muestra un giro importante de la lucha contra el narcotráfico al tema del cambio de régimen en Venezuela.
A su juicio, no hay duda sobre las intenciones del gobierno de Estados Unidos de ejercer más presión sobre Miraflores.
“Ante esa señal no han faltado manifestaciones de preocupación en América Latina, algunas manifestaciones de protestas. La más frontal y más a la ofensiva de todas ha sido la del presidente Gustavo Petro”, indica la docente.
En su opinión, tanto Petro como Trump aprovechan políticamente la situación. El primero pensando en su proyección política en el marco de las elecciones en Colombia, pues aunque no se puede postular, aspira mostrar una postura más cercana a la izquierda tradicional, polarizada a lo interno y también regionalmente.
En el caso de Trump, la profesora señala que para el mandatario norteamericano “es una situación también aprovechable por razones de política interna y de reafirmación de su propia agenda”.
Cardozo explica que Trump ha venido redefiniendo las relaciones de Estados Unidos no solo con Venezuela, sino con toda América Latina y lo está haciendo a partir de referencias del siglo XIX como la Doctrina de Monroe, el Destino Manifiesto y políticas de expansión en general.
Sobre este punto, Molina pone de relieve el caracter personalista, presidencialista e incluso emocional con el que Trump está manejando la política exterior y bajo el postulado de “American First” pone de manifiesto su interés “racional”, “realista” y “pragmático” para justificar sus acciones. De manera que a través del uso de las fuerzas militares o medidas económicas y arancelarias, ejerce presión para lograr sus objetivos.
«El elemento nuevo que aparece en el tablero con el conflicto venezolano es el psicológico donde parece que cualquier decisión está en manos del presidente Trump y no en manos de una visión de la política exterior de Estado», asevera el académico.
Regionalización del conflicto
Con la intervención del presidente de Colombia, Gustavo Petro, cuestionando duramente el despliegue de las fuerzas militares de EEUU en el Caribe, el conflicto -que originalmente se planteaba directamente con Venezuela- adquiere otras dimensiones.
“Petro introduce el elemento regional. Regionaliza el conflicto Estados Unidos – Venezuela, es decir, introduce el elemento Colombia”, señala Molina, quien considera que el mandatario colombiano entra a jugar un papel importante en el conflicto.
El presidente Gustavo Petro ha expresado su alarma por la actuación de EEUU en el Caribe e incluso ha solicitado la realización de una Asamblea Nacional Constituyente para debatir el tema que -asegura- atenta contra la soberanía y la paz regional.

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La posición de Petro derivó en un enfrentamiento con el presidente Donald Trump quien lo ha llamado “narcotraficante”, “maleante” y “mal tipo”. El viernes 24 de octubre, el mandatario colombiano, familiares y algunos funcionarios fueron incluidos en la lista de sancionados por la OFAC.
La decisión fue condenada por la administración Maduro al punto de emitir un comunicado expresando su solidaridad con Petro y sus allegados.
La regionalización del conflicto, en opinión de Molina, favorece a la administración Maduro porque el tema ya no es solo Venezuela, Miraflores o el cambio político, sino que también es Colombia y “ahí evidentemente la producción de coca y el tema del narcotráfico sí es real en la política exterior norteamericana”.
De manera que Petro introduce un elemento de mayor complejidad a la hora de la toma de decisiones en Estados Unidos y la validación de su lucha contra el narcotráfico.
“Es un conflicto, fundamentalmente en este momento, entre Colombia, Venezuela y Estados Unidos porque la región ha sido bastante prudente. Por ejemplo, Brasil ha sido bastante prudente en estos temas, que pudiera ser otro país afectado, igual que Centroamérica y los mismos países del Caribe”.
De la presión a la negociación
«Not war, yes peace, forever, forever, peace forever, not crazy war!», fue el llamado que hizo Nicolás Maduro el pasado 24 de octubre al gobierno de Estados Unidos para evitar un conflicto armado, tras las amenazas de ataques por tierra contra los cárteles del narcotráfico.
No es la primera vez que Maduro intenta frenar las acciones de EEUU. Ya en una oportunidad envió una carta a Donald Trump y en sus alocuciones ha hecho referencia a conversaciones sostenidas con Richard Grenell, el enviado especial de Trump para misiones especiales que en enero visitó el Palacio de Miraflores.
Para Franklin Molina, Venezuela maneja un doble discurso. Por un lado, Maduro habla de la defensa de la soberanía y la patria ante las amenazas y por otro lado envía señales de estar dispuesto a una negociación.
En su opinión, el elemento militar es un punto importante y es preciso ver “si esa disuasión” logra llevar a una mesa de negociación y a un cambio en Venezuela.
Molina resalta el carácter inédito de esa “gran presencia militar” en el Caribe, que no se había visto desde el conflicto con Panamá que terminó con la captura de Manuel Noriega en 1990 y la invasión a la isla de Granada en 1983, conocida como la Operación Furia Urgente.
Detrás de esta presión militar, dice, hay que ver si hay una negociación de cambio político en Venezuela y cuáles son los elementos que “objetivamente” dan señales de qué algo puede ocurrir: “¿Habrá una invasión a Venezuela? ¿Habrá una intervención directa de la CIA?” se pregunta Molina.
En este sentido, advierte que el tiempo es un factor determinante para ver qué pasará con las tropas de Estados Unidos en el Caribe y recuerda que en caso de un conflicto mayor, Venezuela no tiene los suficientes elementos “en términos de simetría para una respuesta de un ataque norteamericano”.
Si en seis meses no ocurre nada, apunta el especialista, lo único que podría darle oxígeno a esa operación tan costosa para los Estados Unidos sería un proceso de negociación que -incluso- podría estar dándose sin que los venezolanos sepan o puede darse en el futuro.

¿Qué esperar?
Para la profesora Elsa Cardozo las operaciones en el mar Caribe y el Pacífico no se extenderán por mucho tiempo y en ese sentido señala que un escenario posible es que Donald Trump baje repentinamente la presión argumentando que ya se obtuvieron logros importantes en materia de reducción del tráfico de droga y no pase más nada.
Sin embargo, dado el compromiso de EEUU con la situación venezolana le resulta difícil pensar que de un momento para otro “se pase la página y se vaya a otra cosa”.
A su juicio, el escenario de la negociación siempre está abierto, aunque aclara que no sería una negociación como las anteriores, dado que la administración Maduro “quemó estas fases” y perdió toda credibilidad por el incumplimiento de los acuerdos y por sus actuaciones en materia de violación de derechos humanos.
“Creo que las señales que da el gobierno venezolano son señales que hacen complicada una negociación a menos que sea una negociación, digamos, que suponga la fractura de algo importante dentro del gobierno o la fractura de su posición”, afirma la docente.
Al respecto, refiere que hay la expectativa de que la presión exterior conjugada con la situación interna en el país (represión, crisis económica, etc) produzcan las condiciones para un cambio lo más ordenado, pacífico y democrático posible.
“No es solo la presión de Estados Unidos, es la indisposición del gobierno a corregir cursos, a corregir su conducta y el malestar, el sufrimiento de la población venezolana”, afirma la especialista, quien considera que la situación interna en el país es un factor de presión importante en el desarrollo de los acontecimientos.
Molina, por su parte, señala que es muy difícil prever un escenario con claridad sobre lo que pudiera pasar con el despliegue militar en el Caribe y la posibilidad de un cambio político en Venezuela.
“Tendríamos que ver qué decisión toma en concreto Estados Unidos y en realidad ver si las intervenciones ya visibles, informadas, públicas de la CIA tienen algún elemento de cambio político”, dice al tiempo que comenta que todo depende de lo que Donald Trump tenga en mente.
Lo que sí está claro, asevera Molina, es el proceso de disuasión y de presión para lograr que ocurra un “quiebre, un cambio interno, no internacional” y que no necesariamente esté “propiciado por Estados Unidos”.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.
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